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Carta a la Constitución del 6 de noviembre de 1844

una excelente opor­tunidad para hacer una re­flexión de cómo han sido estos años, que algunos lla­man “Vivir en Constitu­ción”.

A prácticamente unas 38 reformas desde tu pro­clamación aquel 6 de no­viembre del año 1844, y posiblemente unas 39 próximamente, puedo ha­certe algunos recuentos. Has evolucionado mucho, ciertamente, al punto de que hoy tu sucesora Cons­titución de 2010, modifi­cada “ligeramente” en el 2015, es considerada re­ferente para muchos y una de las constituciones más vanguardistas y modernas del mundo, la cual, aun­que por la naturaleza mis­ma de este tipo de textos es aspiracional, lamenta­blemente no es espejo de la realidad que vivimos. Creo que, no obstante, muchas situaciones que distan bas­tante de tu constante objeti­vo de que seamos un “Esta­do Social y Democrático de Derecho”, el amor por nues­tro país debe ser ese motor que nos impulse a la hora de siquiera pensar en modi­ficarte, y no así la ambición desmedida de aquellos que disfrutan o han disfrutado de las prebendas del poder o de aquellos que han he­cho de las arcas del Estado su respaldo financiero per­sonal-o familiar-.

La fórmula “Estado So­cial y Democrático de Dere­cho” indica que el Estado no sólo está basado en el res­peto de los derechos funda­mentales y la separación e in­dependencia de los poderes (Estado de Derecho) ni en la soberanía popular (Estado Democrático) sino que tam­bién es un Estado que pro­cura el respeto a la dignidad humana, que solo puede lo­grarse allí donde se remue­ven los obstáculos a la plena igualdad de todos los domi­nicanos, lo cual implica sobre todo la garantía de los dere­chos sociales y la referencia social de todos los derechos fundamentales (Estado So­cial) (Cfr. SÁNCHEZ GOYA­NES, Enrique. Constitución Española Comentada. Edi­ción Ilustrada No. 23: Thom­son-Paraninfo, 2005. ISBN 8428329036, Pág. 36.)

Coincido totalmente con este criterio. Sin embargo, a tus 177 años, me apena mu­cho decirte que vivimos en un país donde:

-Las desigualdades están a la orden del día y donde el bien común no tiene peso al­guno (o en todo caso, muy poco) a la hora de controlar una pandemia que se ha lle­vado unas 4,000 personas (estos números son sacados de una gran herramienta lla­mada Google que al momen­to de tu nacimiento no exis­tía, pero no tengo seguridad absoluta en cuanto a la exac­titud de dichas estadísticas);

• Mis impuestos no cum­plen a cabalidad su función esencial (financiar la infraes­tructura y servicios esenciales para sus ciudadanos);

• Algunos legisladores (demasiados, a mi juicio) tie­nen una forma muy macon­diana de legislar;

• Donde se condenan so­bornadores, pero no se sabe (o se pretende no saber) a quién se sobornó;

• Donde comprar la ca­nasta básica es cada día algo más restrictivo o, para mu­chos, imposible;

• Donde la vida y la digni­dad humana es irrespetada abiertamente por particula­res y autoridades;

• Donde el medioambien­te es “la casa común” de to­dos, pero también una forma de extorsión y chantaje para muchos.

En fin, podría continuar con la larga lista, pero no se me olvida que es ocasión de celebrar tu día. Tampoco quiero ser pesimista y des­conocer todas las cosas po­sitivas que tenemos y por la que hace 177 años lucharon aquellos líderes independen­tistas y por la que a través de los años y tus tantas reformas han luchado y dado su vida una serie de respetables y ad­mirados hombres y mujeres y hoy en día lo hacen por igual muchos otros, tanto desde el sector público como desde el sector privado.

Hoy, 6 de noviembre de 2021, puedo decirte que es mi más profundo deseo que se respeten los derechos y li­bertades individuales y co­lectivos; que nuestros discur­sos no sean motivados por el odio; donde lo legal y lo jus­to vayan de la mano; donde progresismo no sea confun­dido con libertinaje y pérdi­da de valores. Pero sobre to­do, como siempre me gusta recordar, me gustaría poder escribirte nuevamente en el futuro y poder decirte que el accionar de todos los domini­canos, especialmente aque­llos que nos dirigen, está fun­damentado en la letra del texto constitucional y en los valores que te concibieron; que más que un simple peda­zo de papel, siempre seas la base para pasar del Estado de Injusticias en el que la praxis política ha convertido nues­tra vida republicana, a un Es­tado donde se tenga como sistema el ideal de los funda­dores de la Patria, un Estado donde pasemos a ser devo­tos de los derechos de los de­más, donde dejemos atrás el comportamiento de “lo mío es mío y de lo tuyo, ya vere­mos” y pasemos a contribuir a eso que muchos llaman el derecho a la felicidad o la feli­cidad colectiva, que, a mi for­ma de ver, no es más que otra manifestación del Estado So­cial y Democrático de Dere­cho, y que, como también me gusta recordar en palabras del gran constitucionalista , el doctor Juan Manuel Pelle­rano Gómez- (EPD), donde el accionar de las autoridades se deba al “dominicano de a pie” que día a día tiene que luchar para que sus derechos no sean desconocidos.

¡Felicidades en tu día, mi amada Constitución! Pellerano Nadal Law and Consulting

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