MODERNIDAD Y POST MODERNIDAD DE VALORES EN LA POLÍTICA
Por Mileydi Montero
A medida que la modernidad y post modernidad de valores en la política y su insoslayable e inevitable descenso va rompiendo los paradigmas ideológicos del quehacer político, para reconstruir sobre sus quebradas simientes, nuevos ejemplos de lo que es hacer política sin principios, sin valores, sin sentido de lealtad, ni respeto a los demás, vamos descubriendo y/o aceptando que nos estamos alejando ineludiblemente de la esencia de la misma y nos aproximamos cada día más a una sola palabra como la definición exacta de hacer política : «La Politiqueria».
Y es que, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que el vil, barato, siniestro, sórdido e incoherente acto de hacer política que tienen los supuestos líderes políticos de nuestros tiempos, solo puede llamarsele «politiquería», y es abismal el trecho existente entre ésta y el correcto concepto de política.
La política desde Platón, se concibe como una práctica honorífica, donde el político no solo convence, sino, que forza de manera persuasiva a los ciudadanos a ir, incluso contra su voluntad, hacia aquellos que los hace mejores personas.
Ideología que ha ido mutando su génesis hasta casi poder hablar de la erradicación total del verdadero sentido del arte de hacer política; Un deplorable sesgo conceptual.
Ahora, el seudo líder político persuade a sus seguidores a ser peores seres humanos, a perder su propia dignidad y a caminar hacia una cúspide sin rumbo fijo, augurándoles un triunfo tan incierto, como ambiguo, donde los más premiados son los que menos valor tengan sobre su propia persona.
El postmoderno líder politiquero, conduce a la masa a una pérdida del yo individual, donde el coraje y el espíritu revolucionario son defectos y la sumisión y la idolatría son las virtudes que les premian como su CV y su única carta de presentación para demostrar sus supuestas habilidades para sobrevivir mediante su mandato.
Ya no hay líder político a quien admirar, ahora tenemos Dioses a los que luego de la mayoría llevar al poder, a esa misma mayoría se les convence de que su candidato ganador, es todo, por lo tanto, es el uso y abuso de su poder, la mayor suma de todas sus partes; por lo tanto, la democracia se desnuda y le permite a la anarquía que la tome a la fuerza, pero con el permiso de su falta de valor para negarse.
En el nuevo ejercicio de la política, no existe el compromiso de lealtad con los aliados, ahora solo hay «acuerdos políticos» donde los más beneficiados paradójicamente son los contrarios. La politiqueria de los modernos y post modernos políticos, nos obliga a convencernos de que la deslealtad, la ingratitud, el abuso del poder, la mediocridad y la falta de dignidad y amor propio, son los nuevos criterios para evaluar meritocráticamente aquellos «políticos» que sí llegan a la más alta cúspide del triunfo en el nuevo y muy moderno concepto de hacer política.
Triste, inverosímil, pero muy real. Y así vamos Sancho!!