Desde pequeños somos instruidos en los preceptos bíblicos y fundamentalmente en conocer el decálogo escrito con el dedo de Dios.
“Y el Señor dijo a
Moisés: Sube hasta mí, al monte, y espera allí, y te daré las tablas de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para instrucción de ellos”
Para muchos sigue siendo un misterio y al mismo tiempo una preocupación tratar de entender cómo es posible que un Dios tan poderoso mantenga 40 días con sus noches en un
Monte -Sinaí- a un sujeto llamado Moises y que al bajar de allí su cuerpo era fulgurante compitiendo con los rayos del Sol.
“Moisés bajó del monte Sinaí. Mientras bajaba del monte con las dos tablas del pacto en la mano, Moisés no sabía que la piel de su rostro brillaba porque había estado hablando con Dios”.
Esto puede ser irracional para una mentalidad humana en que todo lo simplifica con sentido lógico y, es porque lo sobrenatural no puede ser analizado a través del conocimiento científico sino por revelación.
Es lo que recientemente acaba de suceder en un lunes que anuncia el asueto recordatorio de la “semana mayor” en la que sufrió, murio y resucitó el Cristo de la Gloria.
Aquel, Jesús, que dentro de sus enseñanzas nos instruyó por medio de sus apóstoles que èl es el
Hijo, unigénito del Dios que habló con Moisés en el Sinaí. (Muchos teólogos entienden que era el mismo Jesús en una teofanía)
Dentro de su enseñanza, que no es más que una extensión de exigencia superior de los diez mandamientos, en el libro de Mateo nos dice: “que un ciego no puede guiar a otro ciego”.
Esto a propósito de que no sabrán cuál es el camino.
El recién pasado lunes que anuncia la “semana del viacrucis» para redimir del chisme, del escándalo, la bebida, el crimen y cuanto más pecado a un ser humano depravado.
Se dio a conocer unos maratónicos discursos de políticos opositores que no tuvieron la delicadeza de pedir un perdón, un solo perdón, de tantos pecados, que por más de tres años ha estado esperando un pueblo “cristiano”.
Otra vez la población está por encima de lo que estos pueden ofrecer: retórica vacía insustancial y sin propósito.
Me dio pena y amargura, no por el pueblo, sino por ellos, que han demostrado una vez más que únicamente su fe y ambición está en querer el poder, tenemos unos partidos opositores que desde su derrota electoral producto de sus innumerables conductas inmorales, han olvidado los preceptos bíblicos de no robar ni hablar mentiras.
Cuando Moises llegó al pueblo cubriéndose el rostro alegóricamente dentro del marco teológico, -esto tiene una explicación en la que coinciden la gran mayoría de comentaristas bíblicos-, era para que el pueblo no pusiera su mirada en Moises, sino en las escrituras de la tabla.
Analógicamente es lo mismo que está haciendo el pueblo en este proceso preelectoral, poner los ojos en aquel que moralmente ha defendido mejor el patrimonio colectivo.
Varias veces Jehová invitó a Moisés a la cúspide del Monte, en contraste con Abraham en el Monte Morian, uno Abraham, para simbolizar cómo un padre entrega su hijo y otro cómo las leyes le indica su pecado.
No sé y espero que en esta Semana Santa, el grueso de los partidos políticos de oposición entren en un proceso profundo y reflexivo de por qué perdieron, y los del gobierno por qué ganaron y quiten del “nous” la conducta de Pilato.
Porque hasta ahora no han entendido que Luis Abinader ganó y los vencerá otra vez, porque como ciegos están todos caminando juntos envueltos en su propia trampa conductual.
El pueblo que dirigió Moisés de palabra elegía a Jehová como su Dios, lo adoraba, le servía y era capaz de soportar cualquier sacrificio por mantener su santidad.
“Acércate tú y oye todas las cosas que diga Jehová nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te diga, y nosotros oiremos y haremos”.
Y desde que la nube que envolvía su rostro se alejaba todos estos juramentos eran de palabra.
El mismo Jesús ante tanta mentira y engaño, a pesar del Dios Poderoso enviar profetas, y hacer milagros y prodigios tuvo que recordarles la profecía de Zacarías:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”. (Zacarías 12:10).
Después de crucificado y resucitado, nos enseña Jesús, que Israel en su momento más difícil reconocerá su gran error y pecado y proclamarán: “bendito, bendito el que viene en el. nombre del Señor”.
Al observar a la oposición política, ya sabemos que no habrá ningún “rescate” sin arrepentimiento y que con su arrogancia cómo ciegos caerán en el abismo el próximo mes de mayo de este año.
Por.- Javier Fuentes