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Guido Gómez insta funcionarios y dirigentes del PRM tomar licencia si apoyan o buscan candidaturas

 

13 de febrero de 2023
Santo Domingo, D.N.

Doctor
José Ignacio Paliza
Presidente del PRM

Licenciada
Carolina Mejía
Secretaria General del PRM

Estimados Compañeros:

Luego de extenderles un afectuoso saludo, me dirijo a ustedes apelando al carácter institucional y por los ámbitos jerárquicos que desempeñan para presentarles algunas reflexiones que entiendo oportuno compartir. Como es de su conocimiento, el ordenamiento electoral pauta una serie de eventos que hacen crucial el año 2023 y que requieren del cumplimiento de obligaciones esenciales para el funcionamiento de la organización. En ese sentido, deseamos hacer extensivo el contenido de esta comunicación a la Dirección Ejecutiva, con el interés de que el mismo sea interpretado como un aporte de algunas sugerencias, propuestas y observaciones constructivas para su ponderación en el marco de la ruta de eventos fundamentales dirigidos a fortalecer la salud democrática del PRM.

El escenario ideal para estructurar una cultura del disenso interno tiene de obstáculo la escasa disponibilidad de actores que, en su condición de servidores públicos, humanamente no disponen de las horas necesarias para escuchar sugerencias e ideas relacionadas con la gestión, tanto partidaria como gubernamental, remitiéndonos a la lógica de obediencia pura y simple ante las instancias directivas, y de paso, liquidando la noción originaria que provocó el desplazamiento masivo desde el viejo partido: renuencia a liquidar años de democracia, suplantados por el interés de instaurar un dueño de la organización. Por eso, en ocasiones, enviamos señales inconsistentes, olvidándonos del compromiso con los auténticos hábitos democráticos, pasando a etiquetar de insurrecta toda expresión de inconformidad, estableciendo de única vía para validar mandos directivos la exclusión de la abrumadora mayoría, formulando códigos de requerimientos en el ingreso a las tareas administrativas con carácter discriminatorio, desequilibrando el sentido arbitral de la responsabilidad partidaria y convirtiéndola en actuación obediente a un sector, las evidentes distancias con representativos de la base social y fuente de la histórica fortaleza electoral, desdén a la raíz ideológica socialdemócrata, retardos a compromisos específicos con franjas de la ciudadanía que, sin vínculos estructurales con la partidocracia, apoyaron militantemente la propuesta del cambio y la injustificada posposición de iniciar la escuela de formación política Ivelisse Prats Ramírez.

Tocar las puertas del éxito y preservarnos en la gracia de los ciudadanos requiere una lectura reflexiva sobre los yerros del pasado. Pretender que existe una lógica del poder que nos obliga al cambio de conceptos y acomodos oportunistas, ha sido la fuente de grandes tragedias políticas. Siempre es bueno escuchar, sin creer que una coyuntura capaz de provocar resultados electorales favorables constituye un pasaporte al monopolio de la razón. Por el contrario, los pueblos saben distinguir los rostros sonrientes que simulan soberbias inimaginables y afabilidad cargada del néctar rencoroso. Y en ambos casos, la historia envía a lugares desagradables a sus exponentes. Hace años, el irrepetible Pedro Mir, en su insuperable poema (Si alguien quiere saber cuál es mi patria) hizo una descripción inmejorable: Y haga huir como murciélagos despavoridos/a los acorazados con sus arrogancias/con su larga cadena de oprobio/que une nuestras gargantas/y nos saca en sangre y pulpa las tierras perfumadas.

El PRM tiene como desafío no reproducir los esquemas personalistas que sirvieron de sustento a episodios autoritarios y perfilaron liderazgos en capacidad de decapitar el talento, condiciones políticas, potencialidades presidenciales y vocación de servicio, porque no encajaban con el esquema del líder de turno. Desde los gobiernos, se tiende a estructurar policías del pensamiento y hacer de los militantes conectados a la nómina oficial, propaladores de halagos innecesarios, incapaces de reconocer la validez de enmendar y perfeccionar procedimientos y posturas incorrectas. No podemos olvidar que los partidos legendarios estimulan corrientes de pensamiento y aplauden aspiraciones discrepantes. De ahí su durabilidad. Por eso, me sorprende el carácter selectivo en interpretar la pluralidad y comportamiento de los órganos institucionales, inyectándole un sentido de democracia interna sumamente restringida. En el siglo 21, la cohabitación es la regla de convivencia sana e inteligente, jamás la aniquilación, hostilidad y cerco al que sostiene puntos de vista diferentes. En el partido demócrata en los Estados Unidos, Bernie Sanders no dejó de actuar con apego a la plataforma de su organización, sin reiterar sus terribles disparidades con Joe Biden. José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez exhiben visiones encontradas sobre aspectos esenciales, pero pueden convivir en el PSOE. Ejemplos de civilización sin que ningún sector irrespete al otro, desconsidere o persiga al que no piensa igual, utilice el empleo público en interés de cooptar simpatías. Por el contrario, la fatal tradición en el viejo partido, en materia de competencia erróneamente convertida en confrontación personal, provocó rupturas emblemáticas y la daga artera, siempre estuvo dispuesta a empujar la acción fratricida contra el compañero. ¿Aprendimos la lección?

Siento en ámbitos de la estrategia gubernamental y partidaria una extraña fascinación por emular lo que decíamos combatir. Aprendí con José Francisco Peña Gómez que las verdaderas transformaciones de una sociedad se experimentan cuando impactan en la gente. Y ahora, presumo como resultado del virus de la posverdad, que en ocasiones parecemos más interesados en el aparentar que en ser. Debemos evitar que todo lo oficialmente mercadeable tenga como centro las redes sociales y las estructuras mediáticas que intentan confundir penetración con credibilidad, dándole un especial impulso al funcionariado al creerse eficientes a golpes de bots y líderes de opinión que ponderan de manera positiva la gestión de ministros o directores, por la millonaria cuantía de recursos utilizados en publicidad. Al final, esas herramientas no transforman ni mejoran los servicios públicos y calidad de vida de los ciudadanos. Y si de algo es útil, para asimilar de la campaña del 2020: el poder de turno impuso un aspirante que representó el recurso por excelencia de una propuesta que sustituyó lo que pensaba y sentía la ciudadanía porque la combinación del Estado y lo mediático eran supuestamente imbatibles. Y lo derrotamos.

Desconocer avances en áreas del comportamiento macroeconómico es una mezquindad. Fundamentalmente, con un entorno internacional desfavorable. Ahora bien, las derivaciones del proceso inflacionario en los sectores populares producen un doble impacto (social y partidario) en la gestión del gobierno debido al descenso del poder adquisitivo, los innegables aumentos de precios en los artículos de primera necesidad y niveles de endeudamiento que generan una automática restricción en la inversión pública. Explicar por vía de la dirección media y cuadros partidarios la dura realidad en los barrios, patios, callejones, municipios genera consecuencias políticas debido a la consistencia de un fenómeno clásico en la conducta de la gente: la precariedad económica representa la causa de mayor dificultad para el éxito electoral. Inclusive, la lectura de carácter histórica para los perredeístas ayer, hoy perremeístas, resulta clave debido a que, los antecedentes de crisis económicas se tradujeron en indignación de los electores que terminó sacando del palacio nacional a los gobiernos 1982-86/2000-2004.

Aprender de los errores es importante. Y como un reloj suizo se cumple la vocación de ascender a las puertas de la casa gobierno con un amplio respaldo en los sectores populares y automáticamente en el poder, nos alejamos. Ya sea por el diseño de políticas públicas desfavorables o por el afán de conquistar núcleos tradicionalmente antagónicos, el cambio de rumbo resulta trágico. Ahora, aderezados por la escasa empatía en el molde de exponentes de un porcentaje del funcionariado que, sus estilos y comportamientos, distan bastante del típico dirigente, militante y colaborador, estructurado emocionalmente en ambientes de cercanía que siempre percibieron la práctica partidaria de mecanismo de inclusión y oportunidad de oro para valorarlos de verdad. Muchos piensan que la correa de conexión entre el cuerpo directivo institucional y el equipo gobernante no pueden estar sintonizadas en función del parecer de los que temen decir las cosas por miedo a perder la gracia del ministro, autoridad partidaria, congresista, alcalde, regidor, director de una institución o poner en riesgo sus futuras aspiraciones. Dejarlo en ese ambiente, es negarse a conocer la verdad sin tapujos. Vamos, hagan el ejercicio para su respectiva verificación: sin escoltas, asistentes, secretarias y amanuenses. Súbanse en el metro, párense en una esquina y conversen con los jóvenes, vuelvan al comedor o fonda del sector, pregúntenle al barbero, conversen con el pulpero, visiten la cancha donde jugaban baloncesto con sus amigos de infancia, aborden un carro de concho, aparézcanse en la farmacia y conozcan sobre los precios de los medicamentos. Ahí es que se bate el cobre, construyendo la verdad cotidianamente porque lo de siempre, es recurrir a expertos, hacedores de imagen, arquitectos en inducir las preferencias que hacen prisioneros de la percepción a un club de tartufos para después terminar derribados como castillo de naipes, resultado de que la mentira tiene piernas cortas.

Reitero lo indispensable de ser consistentes, haciendo coincidir lo que planteamos frente a la sociedad y hacemos en el terreno de los hechos, tanto en la organización partidaria como en la gestión pública. Así, y aunque parezcan distantes los plazos que inician la etapa de elección de las candidaturas municipales, congresuales y en lo presidencial, aprovecho para sugerir líneas de acción en capacidad de reiterar la auténtica raíz democrática del PRM y preservar un ambiente de elemental armonía en un amplio conglomerado, genéticamente acostumbrado a reaccionar con indignación, cuando perciben que los ímpetus autoritarios impiden el libre juego de las ideas y los procesos de competencia exhiben rasgos impropios del elemental sentido de civilización política. Y en ese sentido, propongo formalmente:

1-) Que los tres dirigentes de mayor jerarquía institucional (presidente, secretario general y director de organización, tanto en el orden nacional como provincial y municipal), en caso de que decidan activar al servicio de cualquiera de los aspirantes a la candidatura presidencial, deben solicitar licencia de sus cargos hasta la conclusión del proceso interno. Tal condición, también impide realizar campaña favorable a precandidaturas en el orden municipal y congresual, y en el caso que ellos mismos decidan aspirar, también la toma de licencia debe hacerse efectiva. Además, los funcionarios designados mediante decreto que pretendan lanzar candidaturas deben tomar licencia desde el mismo día que, de conformidad con los plazos establecidos por la ley, arranca la competencia interna.

2-) La institucionalidad partidaria debe organizar formalmente un debate o los que entienda necesarios entre los aspirantes a la candidatura presidencial.

3-) En el marco de la realización de la convención para elegir todas las candidaturas, debe ser celebrada mediante el método de voto universal, directo y secreto.

4-) Iniciar un programa nacional de alquiler y compra de locales en todo el territorio nacional.

5-) La inmediata apertura de la escuela de formación política Ivelisse Prats.

6-) El inicio de un mecanismo de comunicación de carácter institucional (radial, televisivo, por redes o periódico digital) en interés de orientar políticamente toda la estructura partidaria, dándole las herramientas para la defensa del partido y gestión gubernamental.

 

Se despide de ustedes con el afecto de siempre,

 

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Guido Gómez Mazara

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